18 nov 2009

Imaginando nada




¿Será así? Es difícil imaginarse en el mañana, en el más cercano y, aún más, en el hipotético futuro. Hace veinte años lo tenía tan claro que, al recordarlo hoy, me sonrojo. Aquella imagen bucólica de una misma anclada en un bello paraje, rodeada de nietos, con un libro abierto sobre el regazo y una sonrisa perenne colgada de la boca ... ¡Cómo somos los jóvenes cuando somos jóvenes!


En el hoy es todo mucho más difuso. Los nietos han desaparecido del escenario, el bello paraje está escondido en la niebla, la sonrisa ha quedado en rictus .... aunque, eso sí, el libro permanece en la estampa como antes. Con los años a uno se le empieza a hacer difícil ya no sólo imaginarse en el futuro si no incluso verse en el día después. O, al menos, a mí, me pasa. Mejor dicho, empieza a pasarme, será por esta etapa nueva en la que estoy a punto de embarcarme. Los temores grandes y los miedos chiquitos vienen a buscarte, intentan acorralarte, doblegarte, vencerte. Te pasas el día pensando eso tan inútil de: ¿Y si? ¿y si? ¿y .... si? Para, inmediatamente, contestarte: No, claro que no, eso no va a pasar, está claro que no va a pasar. Respuesta tonta porque, a los cinco minutos, esa vocecilla loca vuelve a empezar: Ya, claro que no va a ser así, pero ... ¿y si?


En el intermedio, mientras todo eso ocurre o no, voy a intentar imaginarme haciendo lo que más me gusta, eso que estoy haciendo ahora mismo: escribir. Vomitar. Soltar. Expresar. Compartir. Vocear. Gritar. Llorar. Sonreír. Jugar ......


12 nov 2009

Señores: Soy hereje




Llevaba años esperando la confirmación, y, ayer, mientras alucinaba, como de costumbre, con el informativo nocturno, el hecho se produjo: soy una hereje. Estoy en pecado mortal público, no puedo ser admitida a la sagrada comunión y, por tanto, estoy excomulgada.


Así de claro y contundente, oigan. Al menos, así lo ha expresado el portavoz de los obispos, el jesuita Juan Antonio Martínez Camino, en un intento más por meternos el miedo en el cuerpo. Y, no, no se equivocan, no soy parlamentaria y no puedo emitir voto alguno en el proyecto de Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo, pero, como al parecer, la amenaza vale para todo aquel que contribuya a que se apruebe dicha ley, insisto: soy hereje, ya que estoy a favor de la misma y, además, con mi voto posibilité que el gobierno actual pudiera llegar a plantearla.


Se me plantea sólo una duda: se supone que tal manifiesto verbal se refiere únicamente a aquellos que son católicos, y, claro, yo no me considero tal, así que, tal vez, no esté dentro del grupo afectado. Hilando fino, sin embargo, me he dado cuenta de algo: no soy católica practicante, pero, para la iglesia, si que estoy en sus filas, puesto que estoy bautizada y comulgada, ergo, insisto, una vez más: estoy excomulgada.


Ahora sólo hace falta que me digan dónde carajo tengo que presentarme para recoger el papelito de marras que va a confirmar, de una vez, que me han borrado de sus listas, esas que utilizan para armar la voz en defensa de esa mayoría que, según ellos, conforma este estado aconfesional en el que habito. Si alguien se entera de dónde tengo que acudir, por favor, que me avise.

3 nov 2009

Uno de esos días ...





Si, uno de esos días, tontos, pesados, largos .... de esos que no se acaban nunca y en el que te haces a la idea de que nada bueno va a acontecer. Uno de esos en los que a media mañana te dices lo de debería haberme quedado en la cama; te dan ganas de mandar unas cuantas veces a varios a la mierda y tienes que refrenarte para no darles la razón a aquellos que piensan que de políticamente correcta no tienes ni el nombre.

Uno de esos, simplemente. Que hay que soportar pero que se acaban olvidando con una buena ducha y una aún mejor compañía (de la que hoy carezco, además). Uno debería poder evaporarse, en días así. Desaparecer, sin más, y no ser visible hasta veinticuatro horas después. En un mundo ideal, uno podría conseguirlo. No en éste que habitamos, claro. Aquí hay que apencar con las rarezas vitales, las propias y las ajenas. Y con la mala suerte, con esa que lleva siempre a que la tostada caiga del lado de la mermelada, con esa.

Si, además, a última hora de la tarde, aquella que ya no es ella te lanza uno de sus comentarios involuntarios cargados de no sé qué, la cosa se complica. Como me he hecho mayor, respiro mil veces, sonrío y ... contesto desde ese lugar que duele, pero, no lo parece. ¿Ironía? No, creo que he llegado al cinismo. Mala cosa, de veras. En mi caso, vale más que me enfade, que explote, que deje salir la polvareda ... Si me la dejo dentro, tarde o temprano, se transforma en bilis y es capaz de enlodar al más próximo y menos culpable (pensándolo mejor, menos mal que hoy carezco de compañía).

Voy a descalzarme, darme una larga ducha y olvidarme de todo .... hasta mañana. Que no es que pinte mejor, pero, por lo menos, estaremos ya hablando de eso, de mañana.