24 dic 2010

Diciembre



Cada año que pasa, un día como hoy, tengo más la sensación de que estoy donde no debo estar. Me consuela saber que no estoy sin estar, que no es poco, pero a ciertas edades, empieza a pesar demasiado la duda permanente.

Puede que por ser la primera vez en más de veintiún años que un día como hoy no trabajo me haya dado permiso para que los recuerdos llamen a  mi puerta. Los buenos recuerdos, nada más, el masoquismo lo dejé de lado hace tiempo. Este día, que hace décadas que no celebro, han llegado de pronto esas voces que antes escuchaba a diario para humedecerme la piel. He recordado las risas, las bromas, las palabras amables, la locura de esos instantes en los que nada parecía salir bien y, al final, todo terminaba como siempre, otro año más.

Han aparecido rostros, imágenes, sensaciones que ni sabía que estaban por ahí enterradas y ..... me ha gustado su presencia. Visto desde el hoy, esa parcela del ayer no está tan mal. La atea impertinente supo capear el temporal sin que se notara en exceso y sin que los demás sintieran que tenían que tener cuidado con ella.

No sé lo que los demás vivís estos días, qué celebráis, a quien queréis tener cerca, qué es lo que os sangra por dentro y qué esperáis encontrar en el mañana. No soy capaz de ponerme en vuestra cabeza ni mucho menos en vuestra piel, pero, sea eso lo que sea, espero que lo disfrutéis ampliamente. Es lo mismo que deseaba, antaño, a aquellos con los que me rodeaba. Sencillamente os deseo que viváis aquello que deseáis vivir.

Ya, ya sé, esta no es una felicitación al uso, pero .... ¿Acaso alguien la esperaba?

6 dic 2010

Payasadas




Estado de alarma. Gente encapsulada. No poder ir donde deseas porque otros se niegan a realizar su trabajo. Gritos. Desesperación. Llantos. Pérdidas. Decisiones. Opiniones. Peticiones ....

Llega sin rozarme, hace años que no me acerco a un aeropuerto, no espero a nadie y a mí nadie me espera. Cansa, eso sí, cansa mucho, por no decir que todo. Cada día una noticia que supera la del anterior, como si nos encamináramos de a pasitos hacia el desastre. Dan ganas de cerrar las orejas y dejar de enterarse de lo que hacen esos miles de seres humanos que deciden sobre el resto de los mortales.

Han caído los primeros copos de nieve sobre mi ciudad pero su blancura no ha borrado la suciedad que impregna cada pedazo de suelo. Llueve sin cesar pero ni el agua desatasca el hedor que lleva acumulándose décadas. Las calles se llenan de personas ansiosas por ver la luces de la maldita navidad .... ajenas a todo lo que no sea encontrar ese regalo perfecto que será cambiado en cuanto pasen las horrendas fiestas.

No me queda ni esa pequeña luz que, cada vez menos de cuando en cuando, se encendía para dibujarme una sonrisa. Hasta eso ha cambiado en estos días locos. Podría pensar en emigrar, pero, a estas alturas, no creo que fuera diferente ubicarme en otro lugar.

Lo que decía, payasadas varias .....

13 nov 2010

Cosas que hacer mientras espero



  • Limpiar los enchufes (no es que sea complicado, pero, como antes tengo que cortar la luz y aprender a quitarlos, a día de hoy, la tarea sigue pendiente).
  • Cambiar los filtros de la campana extractora (como antes debo limpiarla, pues ... eso, sigue pendiente).
  • Bucear en el armario y desprenderme de esa ropa que jamás voy a poder volver a ponerme porque para conseguirlo tendría que subdividirme antes (mira que me da pereza a mí esta historia de los armarios).
  • Meterle mano a una carpeta que tengo en el escritorio con el maravilloso título de Cosas mías (seguramente esté equivocada, pero, desde aquí, sigo pensando que es imposible tener tantos ficheros que me pertenezcan).
  • Calzarme los zapatos de caminar y perderme por esta mi ciudad (no tengo acotación para esto, sencillamente, no tengo ni idea de por qué me cuesta tanto hacer algo que me sienta de maravilla).
  • Leer (aparece en la lista pero no debería, he superado el dramón de tener que hacerlo mientras viajo en el metro).
  • Hacer esas llamadas de teléfono que tengo pendientes desde hace meses (puede que si me pongo, acepte que me da tristeza sólo imaginarme la conversación).
  • Relajarme y mejorar mi humor (aseguro que antes sonreía muy a menudo).
  • Pasearme más por aquí (estoy en ello, estoy en ello, de verdad de la buena que sí).
  • Aprender a desdramatizarlo todo (con lograrlo un pelín, me daría por satisfecha).
Podría estirar la lista bastante más, pero, teniendo en cuenta que sólo tengo que esperar hasta el 9 del próximo mes, me parece que ya hay bastantes apartados. Eso sí, si se os ocurre algo más, ya sabéis, os dejo el bolígrafo de anotar aquí mismito.

2 nov 2010

Tres años y dos días



Existen personas únicas que se vomitan para fuera sin quedarse nada en su interior. Cuando uno está frente a ellas siente cómo se derrochan, cómo se entregan, cómo se licuan a borbotones. Da pavor observar esa hemorragia personal tan sin sentido, tan imposible de contener. El yo que les es propio desaparece entre las manos de aquellos que les rodean sin que sea necesaria palabra alguna para que se produzca dicho milagro.

Hace tres años y dos días Mario apareció por entre los muslos de su madre, sin llorar apenas, casi como pidiendo disculpas por presentarse. Desde aquel instante, todo cambió en la vida de sus dos mujeres, no porque él lo pidiera, ni lo forzara, ni lo solicitara mediante chantaje: las cosas son como son y nada fue ya como era antes.

Ha dejado atrás la lengua de trapo, es educado, sensible, divertido ... Comparte lo que tiene, acepta lo que le dan, idolatra a su hermana y dirige siempre la última mirada a su madre, antes de hacer esa travesura infantil que sabe de antemano que tendrá consecuencias. Llegó en el peor momento, pero, él no lo sabe. Esperemos que, cuando lo comprenda, mantenga la sonrisa, la caricia, la ilusión en la mirada .....



6 oct 2010

Sintiéndome extaña





Había escuchado por ahí que el estado del parado era plácido, tranquilo, algo así como unas vacaciones largas, sin fecha de caducidad. Mentira cochina.

Los conocidos, al enterarse de mi nueva situación, me decían eso de: aprovecha esta etapa, goza de la tranquilidad, después de tantos años te mereces un parón, ahora tendrás tiempo para hacer otras cosas. Me río cada vez que recuerdo esas frases, me río por no llorar, claro.

Mis días se han transformado en un carrusel de luces y sombras continuo. He tenido que confeccionar un calendario, como cuando iba a la universidad, para no perderme entre tanto curso con horarios distintos y citas de todo tipo. Algunos días, de seguir la plantilla, debía estar en tres sitios al mismo tiempo, cada uno en una zona diferente de la ciudad. He vuelto a pasar toda una jornada fuera de casa, de aquí para allá, con la mochila al hombro y el bocata bien guardado en el fondo, para evitar males mayores y que el cuaderno de notas no apareciera en medio de una clase con manchas de mortadela. Y, todo eso, para nada, ni siquiera ha servido para perder esos kilos de más que, no sé bien cómo, se han adosado a mi cuerpo (prometo que hace un par de años no tenía nada de eso en mi cintura). Un día de estos voy a tener que hablar seriamente de los cursos para desempleados, esos que todo trabajador costea de su nómina mientras que está cortizando a la bendita seguridad social (un 0,10% en concepto de formación), de los formadores de dichos cursos, de los tutores de los mismos y de la madre que parió a los responsables de tamaño despropósito. Un día de estos lo haré, cuando tenga ganas de ponerme seria, pero, ahora, no toca.

No toca porque hoy me siento un tanto extraña, ni pa ti ni pa mí, ni frío ni calor, ni aquí ni allá ..... Esta mañana me he sentido, sabiendo que no debía, una cabrona redomada, se me han roto las carnes y me he detestado a mí misma. Luego he respirado con calma, me he fumado un cigarro, me he dicho eso de: la decisión es la correcta y he seguido con mi día. Pero, no puedo evitarlo: me siento extraña.

2 sept 2010

Desde la barrera






Se han esfumado Julio y Agosto y casi ni me he dado cuenta. Dos meses completos sin trabajar ..... ¿Cuánto hacía? Creo que andaba por los dieciocho, sí, ha llovido desde entonces. Esto de amoldarse al paro no es fácil. Los días se alargan, las horas carecen de sentido, nadie te espera en ningún sitio .... y, claro, tu andas por ahí, como un fantasma. Estás y no estás, una sensación extraña.

Se me hace difícil leer sin estar en el metro, es una de las primeras cosas de las que me he dado cuenta en esta mi nueva situación vital. La devoralibros necesita del traqueteo y la marea humana para concentrarse en la lectura, quién se lo iba a decir, hace apenas dos meses. Otra sensación rara es esa de no echar de menos ... Tenía mis dudas, pese a todo. Veintiún años son demasiados como para no añorar voces, palabras, presencias. Se confirma, por tanto, que estaba muy quemada, algo que intuía pero que precisaba una constatación en firme. El miedo inicial se ha desvanecido, no es que habite en la tranquilidad absoluta pero, tras las primeras semanas, he empezado a reírme de todo lo que antes me aterraba. Acepto la situación actual y me acepto con todo lo que ello implica, será difícil, pero he llegado al convencimiento de que no hay nada imposible.

Dentro de una semana comenzará otra historia .... Vuelvo al cole, con la mochila y el bocata. Serán sólo unos meses, pero, para romper rutinas, me vale. Tras la mínima prueba realizada en Julio, puedo decir que he cambiado lo suficiente como para no asustarme entrar en un aula llena de desconocidos. Va a ser el corte de pelo, fijo. ¡Si lo hubiera sabido antes! .....

Este mi rincón está un poco deshabitado, pero, es lo que tiene transformarse en fantasma: no puedes dejar huellas. Vomitar implica tener algo dentro, y, durante estos meses, he estado vacía. Esperemos que, de a poquitos, empiece a sentir que las palabras bullen por mis dedos ..... Esperemos.

4 ago 2010

La firma







Al final, lo hicimos. Nos habíamos resistido, no queríamos ni pensar en ello, pero, al final, lo hemos hecho. Por todo y por nada, porque es mejor dejar las cosas resueltas, porque pesaba más lo positivo que la sensación de no querer pasar por algo que viene impuesto desde fuera. Porque terminamos por convencernos de que, en el día a día no importaba gran cosa y, en el mañana, podía llegar a significarlo todo.

Tras meditar varias opciones elegimos la menos mala: hermanas, padres y los dos sobrinos. La cosa no empezó bien del todo, Mario se negaba en redondo a hablar con nadie porque su madre le había obligado a llevar botones. Su enfado era de tal calibre que no había manera de acercarse a él. Tras un pacto que se selló con un apretón de manos, la criatura volvió a su estado natural y se convirtió, como era de esperar, en el pegamento ideal. Con Lucía lo tuvimos más fácil: ser la encargada de portar los anillos le dio el protagonismo que necesitaba para sentirse princesa por un día y olvidarse de todo lo demás.  

La ceremonia en sí resultó lo más divertido de todo. Cámara en ristre los mayores se olvidaron de cualquier trascendencia que pudiera tener ese momento y se dedicaron a ejercer de fotógrafos profesionales, provocando nuestras risas y las del pobre concejal que no tenía muy claro si apartarse o posar como un modelo más. Cuando llegó el instante firmas, Lucía, que ya estaba en su salsa, decidió permanecer al lado de los firmantes para que a ninguno se le olvidara dejar por escrito su consentimiento. Creo que, al final, si hubiéramos hecho una encuesta, los presentes habrían confirmado que no habían asistido a ninguna semejante, con tantas risas y tan poco sentido de la responsabilidad. Se olvidaron del arroz (menos mal) pero nos cantaron el ya se han casaó tantas veces y con tantas ganas que en lugar de nueve personas parecíamos todo un batallón.

Durante la comida siguieron las risas, amenizadas, como no puede ser de otra forma cuando hay chiquillos, con un millón de anécdotas. Mario no quería nada, pero, eso sí, educadamente contestaba gracias a todo el mundo. Acabó pasando de silla en silla y jugando con todos, creo que todavía no ha entendido del todo por qué el camarero se llevó sus patatas cuando estábamos con los postres. Su hermana, que ya es mayor, presidió la mesa y estuvo encantadora. Su mejor regalo, hacia mí, fue asegurar que besaba muy bien y preguntarme dónde había aprendido a besar de esa manera. Para finalizar la jornada se transformó en periodista y se encargó de dejar un documento escrito con las impresiones de todos los presentes de día tan trascendental en nuestra vida.

Tras un rato memorable en casa y después de descubrir que mi cuñada domina como nadie el arte de la papiroflexia, cada mochuelo se fue a su olivo y mi plural (por mucho papel que hayamos firmado seguirá siendo mi plural para mi) y yo nos largamos a tomarnos unas copitas, para celebrar que nadie se había matado y que, dentro de lo malo, las risas habían merecido la pena.

Al día siguiente vivimos la segunda parte, enfocada a una única persona que se merece todo y más, que no resultó tan bien como la primera pero que llevaba la misma intención personal de buen rollito y de que pudiera festejar todo el mundo. Por una vez, yo era la tranquila y superé el envite con una sonrisa que me duró hasta las cuatro de la madrugada. Una vez más, y puesto que todos habían decidido marcharse pronto, mi plural y yo decidimos festejar, ya en la intimidad, que nadie se había matado (esta vez sí hubo puñaladas traperas, pero, nada al margen de lo habitual), que la tercera generación estuvo presente y que quedan celebraciones de las Trujis para rato.

Y, ahora, tras dos días intensos de celebrar no sabemos muy bien qué porque, para nosotros, esto lleva ocurriendo desde un día del 2003 en el que nos vimos las caras y todo empezó a ser de dos, puedo decir que hemos recuperado la tranquilidad. Quedarán, para siempre, las sonrisas, los ojos brillantes de aquellos que lo disfrutaron, un brindis muy especial que hizo presentes a dos seres muy queridos que ya no están, y, cómo no, Lluis Llach a mi lado, detalle exclusivo de mi chico que sólo él y yo captamos y que me emocionó tanto que tuve que voltear la cara para que nadie más que él fuera consciente de hasta dónde la pluralidad había llegado.


23 jul 2010

Por soñar que no quede






Sería bonito acostarse cada noche sabiendo que la luna va a tejer un manto de estrellas para nosotros. Uno especial, único, indestructible, mágico. Una manta que alejara los problemas, que nos dejara soñar como cuando éramos niños, que nos evitara las pesadillas y nos cobijara ante nuestros peores miedos. Bajo esa colcha de amor podríamos dormir sin pensar en el mañana, en el hoy y en ese ayer confuso que, a veces, cuando menos lo esperamos, se presenta de madrugada y nos atenaza la respiración.

Los miedos, de niña, me llegaron de repente. No sé por qué, me han contado mil razones pero ninguna me convence del todo. Sólo recuerdo que un día concreto, al acostarme, no podía dormirme, cuando cerraba los ojos mil pesadillas me recorrían por completo. En el armario había sombras, en el salón se escuchaban ruidos, la terraza era un almacén del terror y, cuando ya no podía aguantar más el miedo, salía corriendo y me escondía en la cama de mis padres. Así estuve años y años hasta que mi niña chica comenzó con sus estados de sonambulismo extraños  y ... lo demás dejó de tener importancia. Creo que me daban más miedo sus fantasmas que los mios y por eso superé mis pesadillas.

Después, con el paso del tiempo, he tenido momentos y momentos. He sido insomne total, he paseado de madrugada por las calles buscando el cansancio, he tecleado y tecleado sin parar, pasando de noctámbulo a madrugador sin importarme los horarios, hasta que, junto a mi plural, hallé la tranquilidad. Una paz siempre relativa, de cuando en cuando todavía me asaltan fantasmas que no puedo explicar pero que son tan reales que pueden provocar el pánico ajeno, aunque sólo sea por observar los efectos que tienen en mi persona.

Ahora, hay días, hay momentos en los que, estando despierta, creo estar rodeada de fantasmas. Es la única explicación que le encuentro a tanta tozudez, a tanta incoherencia, a tanta fantasía lúdico festiva como la que tengo el lujo de vivenciar(*) estas últimas semanas. ¿Será el calor? ¿La crisis? ¿La edad? .... Como cuando era pequeña, soy incapaz de encontrar una razón a tanto exceso y las explicaciones que oigo no me sirven. Sólo espero no tener que ser testigo de algo más irreal todavía, algo que aún me provoque más miedo, para superarlo.



(*) Tal palabro no existe, lo sé. Pero he tenido que inventarlo porque no hay ninguno capaz de expresar esa sensación de vivir circunstancias irreales que se supone que no deben afectarte porque no estás incluida pero que te agarrotan la existencia.

17 jul 2010

Un brindis ....





... por los amigos, esos que están siempre a tu lado, que te comprenden, que te quieren, que te respetan, que te aceptan tal y como eres, que te tienen en un lugar del corazón al que nadie más puede llegar y del que, venga quien venga en el futuro, no te va a poder echar jamás.

Un brindis por las personas sinceras, esas que te quieren hasta el punto de decirte lo que piensan, en el instante preciso, en el momento justo, cuando más lo necesitas y cuando nadie más se va a atrever a hacerlo. Por esos que te miran el culo y te recomiendan cambiar la opción del vestido elegido, por mucho que te guste y por muy bien que tú te veas ante el espejo.

Un brindis por los amigos de los amigos, esos que entran en tu vida por la puerta pequeña y se quedan para siempre, porque te sonríen con dulzura, porque te aprecian porque le estiman al otro, porque sólo por el brillo que generas en su mirada son capaces de valorarte, aunque no te conozcan de nada. Porque te dan el tiempo justo, ni mucho ni poco, porque no te agobian, porque te tratan con soltura, porque no les importa que te pongas nerviosa, porque lo entienden todo, porque no esperan nada ya que nada les importa, salvo que aquel que te acompaña y que forma parte de su vida sonría, a tu lado, como no ha sonreído junto a nadie.

Un brindis por todo aquel que ha sabido mirarme desde los ojos de mi plural, sin importarle en absoluto que la imagen que veía reflejada se correspondiera o no con aquella que tenía prefabricada de antemano. Por aquel que no se ha guardado nada, que no me ha hecho pagar nada del pasado, que no ha puesto en mi boca palabras que jamás he pronunciado, por ese que, si no ha entendido algo, me ha permitido la pausa para explicarlo, y, ante todo, que ha sabido ser, de verdad, y no sólo de palabra, un amigo de quien se decía ser amigo.

Van cuatro .... mi tope son tres, y, eso, si he comido en abundancia. En días como el de hoy uno lamenta no tener bien surtido el mini bar, haberse transformado en alguien demasiado políticamente correcto y, ante todo, se apena de haber perdido los arrestos que antaño le hacían ser etiquetado como un asocial. Porque hay días y días, y, hoy, de verdad de la buena, me hubiera gustado que hubiera aparecido mi vena macarra, esa que me gesté en la adolescencia, y haber dejado que se escuchara ese vocabulario sucio que constituyó durante lustros mi diccionario particular.

Un brindis (sí, ya lo sé, van cinco, pero, ni mañana, ni al otro,  ni al otro, tengo que madrugar ni fichar en ningún sitio) por poder decir, con la boca bien grande, que no tengo amigos, porque, prefiero mil veces tal verdad que andar jugando al tirachinas, como cuando éramos enanos y el futuro se reducía al día siguiente. La palabra amistad es algo demasiado importante como para escucharla en boca de determinados seres. He dicho. Y, ahora, voy a seguir brindando .... seguro que encuentro muchas razones más para no parar en lo que me resta de día.



Amistad: Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato. Amancebamiento. Merced, favor. Afinidad, conexión entre cosas. Pacto amistoso entre dos o más personas. Deseo o gana de algo. Personas con las que se tiene amistad.

15 jul 2010

15.07.2010



Siete, ni uno más ni uno menos, siete. Esos son los años que cumple, un día como hoy, la princesa de mi familia, Lucía. Todavía no he podido hablar con ella, hoy es uno de esos momentos extraños que vivimos en los últimos tiempos, pero, seguro que no tardando mucho, le cantaré el cumpleaños feliz, le preguntaré que le han regalado y escucharé alguna de sus famosas frases, una de esas que te dejan tiritando y sin saber muy bien qué contestar.

Quien más quien menos tiene un niño especial cerca, da lo mismo que sea hijo, sobrino, primo o .... lo que sea. Un niño cuya sonrisa conocemos desde que vino al mundo, e, incluso antes, si hemos tenido la fortuna de estar en vivo y en directo en una ecografía. Lucía es mi niña, esa niña que nunca pariré. Fui la tía atenta durante todo el embarazo, durante su momento de llegar al mundo, viví su salida del quirófano y tuve la fortuna de ser la encargada de quedarme con ella sus primeros instantes de vida, mientras su madre volvía para acogerla entre sus brazos. La he visto mamar, disfrutar con sus primeros baños, aprender a comer sólidos, descubrir lo que era gatear, ponerse de pie y observar el mundo desde esa postura, sus primeras palabras, esa manera tan especial de decir que quería dibujar y, un día único que nunca olvidaré fui testigo de como leía su primer cuento.

Momentos y momentos que ella no recordará, como tiene que ser, pero que para mí son y serán inolvidables. Dentro de muchos años, cuando esta que teclea sea una ancianita estupenda (porque me niego a pensar que el futuro me va a deparar otra cosa), le contaré historias que ella habrá olvidado y, espero, nos reiremos juntas de aquellas que ya no seremos pero que, en su momento, fuimos. La vida tiene muy pocas cosas únicas, muy poquitas, por eso es un lujo poder gozar de una de ellas. Soy y seré siempre la tía Vero, esa que se asusta con casi todo, que regaña cuando tiene que regañar pero que tiene la paciencia infinita de pasarse horas y horas inventándose un cuento del que nunca pierde el hilo.

Estos instantes vitales no me están resultando muy agradables, por eso, supongo, tenía que llegar un día especial para que me armara de valor y volviera a teclear en este mi rincón, últimamente un poco dejado a la buena de los demás. Espero que todos me lo sepais respetar.

Un beso gordo, Lucía, con abrazo de oso incluido. Tal vez, dentro de un año, tengamos que hablar ya de novios y esas cosas de mayores ..... tal vez, quien sabe.



(Tengo para ti un nido en mi árbol y una nube blanca, colgada de alguna rama. Muy blanca ...... Lo tengo y lo tendré siempre, porque, aunque ahora no te lo creas mucho, Lucía, hay personas que son para siempre. Y, de eso, sabe mucho más que yo Lluis Llach .... muchísimo más)

2 jul 2010

La kábila de Tzen (... bien dedicada)




Allá por el año 2003, cuando mi plural todavía no tenía ese nombre porque estábamos empezando a conocernos, en una de esas largas conversaciones telefónicas con las que matábamos las noches me dijo, con voz de no me lo puedo creer: ¡Mi amigo Carlos está entre los finalistas del premio Planeta!. Por aquel entonces, Carlos era sólo Carlos para mí, aún no nos conocíamos personalmente y aquello me dejó alucinada. ¿Del premio Planeta, dices? ¿No te estarás equivocando? Y entre risas y perplejidad absoluta fue transcurriendo aquella noche en la que se sucedieron llamadas y llamadas de un Carlos pletórico a mi chico y de éste a mí, trasladándome, de a poquitos, como se iba desarrollando la situación. Finalmente, el galardonado fue el escritor Antonio Skármeta, por "El baile de la victoria", obra que no he leído pero sí puedo asegurar que la película de Fernando Trueba, basada en dicha novela, no me gustó nada.

Después fueron pasando los meses, Carlos y yo nos conocimos, y, con el tiempo, pasó a ser Carlitos, esa persona especial con la que las horas se pasan volando, cierras todos los bares, puedes charlar de todo y nunca dejas de reírte. Un día, por el amor de una mujer (aquí hay que imaginarle cantando a pleno pulmón, en caso contrario, no tiene gracia), abandonó nuestra ciudad y se fue a tierras malagueñas y, desde entonces, han sido contadas las ocasiones en las que hemos podido reunirnos los tres, a echarnos unas risas y olvidarnos de todo lo demás. Pero, Carlitos, pese a la distancia, seguirá siendo para mí eso, Carlitos, el primer amigo de mi plural con el que conseguí sentirme cómoda, al que le conté cosas que nunca había vomitado y con el que he bebido whisky como si de ron se tratara (las consecuencias, luego, eran mortales).

Ahora, por fin, aquella novela que nos tuvo despiertos una noche del año 2003 ha visto la luz, se ha marchado de casa, ha sido publicada. “La kábila de Tzen”, una historia tierna, divertida, de aventuras …. Una novela en la que reconoces a Carlos en cada línea. Él lo explica divinamente en su blog, de modo que no me entretendré en contaros el argumento, pero, lo que sí quería era reflejar, en este rincón que él visita en silencio, lo contenta que estoy, lo mucho que me alegro y la caricia que ha significado para mí, en estos momentos un tanto absurdos que vivo, recibir la novela dedicada, esa novela de la que tanto hemos hablado, por la que tanto nos hemos interesado y que dudábamos (porque somos humanos) tener un día así, entre las manos.

Si se analiza bien la dedicatoria, se me puede ver muy bien acompañada ..... detalle Carlitos, claro.


 
(Mil gracias, amigo ... todo un lujo que estará bien guardada en nuestra biblioteca)



22 jun 2010

Tardes

Hay días tontos y hay tardes inmensas. Tardes que se alargan, tardes tristes, tardes en las que te gustaría poder cambiar la vida, tardes en las que quisieras poder retroceder el reloj, el calendario, la historia ....

Nada de eso es posible, no queda otra, hay que acostumbrarse. Una amiga de este rincón, en tardes así, suele recomendar chocolate (cuidado, si no se es muy golosa, cambia la opción por sardinas, aviso antes de que a alguien se le ocurra mencionarle algún comentario al respecto). A mi, antes, me daba por ponerme tristona, tirarme en el sofá y rumiar, en silencio, las cosas de la mardita vida. Como ya soy mayor, esta tarde gris me he dejado mecer por la música, la mía, esa que lleva años acompañándome y que sabe amoldarse a mi esqueleto como nadie.

Os dejo una muestra ..... por eso, porque hoy, para mí, es una tarde de esas.

13 jun 2010

Ayer, como quién dice .....


Hace cuarenta años las cosas importantes de mi vida residían en una piscina. Si mis padres estaban cerca, no le tenía miedo a nada, ni siquiera el sol molestaba, bastaba con guiñar un poco los ojos y todo se solucionaba.

Después la vida empezó a complicarme la existencia, nada era fácil, todo tenía un precio y, en la mayoría de los casos, no podía pagarlo. Las dimensiones de una piscina no eran suficientes para albergar todo el mal del mundo y, aunque estaba dispuesta a lanzarme al mar, mis brazadas no me ayudaban a llegar hasta la orilla.

Con el tiempo acepté que aquello era lo que había y me construí un mundo único en el que sólo mi gente tenía libre la entrada. La lectura y la música me ayudaron a soportar el ruido exterior con un rictus de soberbia en el rostro pero nunca me rendí y seguí tirando hacia adelante.

Cuatro décadas después casi vuelvo a sentirme como entonces, como aquella chiquilla que le sonreía a la vida, aunque tuviese que entrecerrar de cuando en cuando los ojos. El camino no ha sido sencillo, tengo cicatrices por todos lados, pero ... aquí estamos, un día más de un año nuevo. En la infancia, nunca tuve una fiesta de cumpleaños con amigos, una de esas con tarta, velitas y la canción de cumpleaños feliz entonada por todos los chiquillos. 

Hoy, que ya soy mayor, voy a romper con esa no celebración .... cuarenta y dos años son demasiados como para no celebrarlo. Quedan todos invitados .... barra libre de cariños, cursilerías y todas esas cosas que se dan en días como el de hoy. Este rincón se merece una fiesta, una de esas especiales a las que sólo acuden aquellos que realmente sienten que son importantes para el homenajeado. Ya va siendo hora de que les diga que es un enorme placer compartir mis momentos y mis hormiguitas en este lugar sin rostros en el que, por fin, me siento como en casa.

Gracias a todos .... 

8 jun 2010

Mañana tonta

Tres días de vacaciones por delante. Dicen que va a llover. Los funcionarios se pelean contra .... no sé, tengo que meditarlo. Tiempo estimado del trayecto en metro para esta tarde: ochenta minutos, ida y vuelta, eso sí. Mañana comida familar, mini, más bien, es día laborable. Sergio me acariciará los oidos mientras bucea en mi boca: sé que no me gustará. Milana bonita no ha dado ningún problema, todo un detalle por su parte. He de dejarme seducir por un libro nuevo. Necesito unos zapatos. No sé si bajar a por una cerveza ... bien fría. Punto y final para esa antigua cuenta de correo. Hay silencios que no termino de comprender. Un día de estos lo mismo me decido y me cuento completa. Tenemos cuatro llamadas telefónicas pendientes. La renta. He de elegir otros dos días antes de que termine el mes. Recopilar fotografías, las que no están perdidas. Este verano no voy a ver el mar ....

3 jun 2010

Junio




Junio ha llegado, por fin. El calor, el bochorno madrileño, el sudor, las tardes que se alargan y las noches que, todavía, refrescan algo. El mes en el que cumplo años (¿puedo decir que he decidido olvidarme de la cifra que me cae?), en el que termino la relación laboral que he mantenido durante veintiún años, el último que vivo con el estado civil que he detentado los cuarenta y un años que tengo (dije que lo había decidido pero se ve que mi memoria no estaba de acuerdo con esa postura).

Antiguamente, Junio sabía a otra cosa. A fin de la etapa escolar, a vacaciones, a diversión, a tiempo libre (pensándolo bien, ahora voy a tener mucho de eso), al olor del cloro de las piscinas al aire libre, a las películas del cine de verano. Era el mes en el que todo empezaba, hasta Septiembre, en el que todo era posible, en el que, si te empeñabas, la vida podía escribirse de nuevo.

Hace unos días alguien me dijo que me conocía tanto como para saber cuándo estaba mintiendo. Me he dado cuenta, de pronto, que, dentro de nada, apenas un mes, muy pocas personas de mi entorno van a conocerme lo suficiente como para poder decirme una frase semejante. Aunque no sea cierta.

Soltar amarras y dejarse mecer por el futuro incierto nunca es fácil. Aprender a desaprender. Reinventarse. Volver a contarse, a narrarse, a explicarse. Ésta es mi cara, estos son mis conocimientos, ésta soy yo. En un mes estaré haciendo eso…. No sé si estoy preparada. Puede que todavía sea demasiado chica para tanta novedad.

26 may 2010

Patito feo


Como todos hemos sido niños no será necesario que empiece por el principio. Porque siempre hay un inicio para todo, aunque, a veces, como sucede en este caso, nos lo podemos pasar y entrar de lleno en el siguiente capítulo. Ese en el que ya somos grandes, adultos, maduros y, se supone, conscientes de nuestras actuaciones.

Hablemos de un niño, bueno, de un chaval que, por edad, se encontraría en plena adolescencia pero, por su situación especial, es y seguirá siendo mientras viva una criatura. Digamos que se llama Lluis, nos facilitará el relato utilizar este nombre ficticio, y aclaremos que casi no puede hablar, hace gestos raros y ... le encanta que le acaricien. Si eres afortunado, alguna vez, muy raramente, te dará un abrazo, pero, eso, sólo si tienes mucha suerte. Por lo general se limita a acercarse, rozarte y esperar a que le mimes durante todo el tiempo que sea posible. Lluis tiene unos padres que le cuidan y educan y una hermana más pequeña que, a estas alturas, ya es mucho más mayor que él, mucho menos extrovertida y, por qué no añadir el detalle, realmente preciosa. Lluis es un niño feliz, sus padres suelen llevarle siempre a lugares conocidos, sitios en los que son habituales y el entorno les entiende y respeta. Pero ...

De cuando en cuando, hay extraños. Y hay veces que esos extraños tienen a su vera extrañitos, seres chiquitos, niños juguetones que están aprendiéndolo todo y que miran a su alrededor queriendo saber los por qués de todas las cosas. Una criatura como Lluis es un foco de atención increíble cuando de seres pequeños estamos hablando. Es tan distinto que resulta imposible no observarle. La situación no suele pasar a mayores porque, claro está, los responsables de los chiquillos suelen actuar enseguida y reprimen a sus criaturas, explicándoles, de manera que puedan entenderlo, que Lluis está malito, que es diferente, que no deben mirarle fijamente porque le harían sentir incómodo. No obstante ....

Existen responsables a los que deberían quitarles el carné de padres. Por no saber estar, por no fijarse en sus pequeños, por no molestarse en mirar un poco más allá de su plato, por permitir que diez chiquillos señalen, se rían y se queden plantados ante alguien como Lluis, igual que si estuvieran en el circo. No es que a Lluis le importe, él pasa de esas cosas, pero junto a él está siempre su preciosa hermana, que sí escucha, ve, siente y padece, y, como no, sus padres, que, finalmente, optan por irse mientras acarician las cabezas de sus dos pequeños.  

Y, ahora, sí puedo volver al principio. A esa edad en la que no todos hemos sido objeto de burlas por ser el patito feo de la clase pero sí hemos sido espectadores de cómo el resto increpaba a aquellos que habían tenido la desgracia de ser diferentes, más altos, más bajos, más gordos o más delgados. Y, si  volvemos a aquella época, recordaremos fácilmente lo que dolía, lo duro que era, lo mal que lo pasábamos en esa situación. Es tan fácil cambiar esa dinámica que resulta odioso darse cuenta de que, pese a los años transcurridos, los humanos no evolucionamos nada. Es una simple cuestión de educación, el niño aprende lo que le enseñan, si le explican las diferencias las acepta sin más, igual que aprende a leer, a escribir, a saber que todo en la vida no es jugar. Educación .... simple educación. Pero, claro, para eso hay que tener ganas, hay que esforzarse y ... sonará duro, pero, estoy convencida de que es la realidad: hay que tener humanidad, en el verdadero sentido que tal palabra tiene.

El patito feo que fui y el recuerdo de cada herida aún en proceso de cicatrización no me han permitido dejar de vomitar estas palabras .... Espero que me lo perdonéis.

1 may 2010

Vocalizando el adiós




Veintiún años son muchos, tantos que dan para contar casi de todo. Los principios fueron gloriosos, aquella chiquilla asustada que ni siquiera había tocado un ordenador aprendió rápido en qué consistía jugar en el terreno laboral apostándose entera. Los últimos años de facultad, la necesidad de independizarme, la adquisición de una vivienda y el compromiso de la hipoteca que eso conllevaba, los amores tormentosos y los desamores con su depresión a cuestas .... todo eso lo compartí con mi trabajo y con aquellos con los que me veía o hablaba a diario. Con los años las cosas fueron cambiando y vino la etapa dura, esa en la que una aterriza en la realidad y se da cuenta, de golpe, que es un número y que sólo interesa y es valorado si como tal número acepta lo que los dirigentes ordenan, aunque no sea justo, ni razonable ni siquiera humano.

Ahora, que ha llegado el final (no del todo, pero, casi), lo malo, como siempre, se va olvidando y una no puede evitar rememorar lo bueno y dejarse atrapar por la nostalgia. Ayer, mientras preparaba finiquitos y talones, al teclear los nombres, la historia completa de cada trabajador pasaba por delante de mis ojos: enfermedades, hijos, problemas personales, rachas buenas y malas .... Porque, al final, todo queda reducido a eso, a las relaciones humanas, a aquellos de los que tienes que despedirte sabiendo que va a ser muy difícil que los caminos de ambos vuelvan a cruzarse. Y empieza a sonar el teléfono y uno se va derrumbando con cada palabra escuchada, intentando mantener el tipo pero dándose cuenta de que no va a ser posible sujetar las lágrimas. Anticipas el lunes, en el que tú seguirás estando, todavía, en el mismo lugar, pero ya no escucharás esa voz, ni tendrás nada que pedirle, ni te informará del tiempo que hace en su ciudad, ni te pedirá favor alguno, ni .... Y, te rompes completa. Y, además, dejas que se note, porque encuentras normal que el otro se despida sabiendo lo que para ti supone ese último contacto telefónico.

Justo al final de la mañana, cuando piensas que ya casi está todo dicho, el teléfono imparable vuelve a sonar, estás fuera de tu sitio pero lo alcanzas para que deje de sonar y .... última sorpresa. Aquel con el que pasaste un trámite similar, hace ya seis años, ha decidido llamarte para que no estés sola en un día como ese, para darte ánimos, para acunarte y llenarte de mimos y, una vez más, para agradecerte todo aquello que hiciste por él .... Desde el norte, ese que siento como algo tan mío, te llega su voz llena de sonrisas, contándote cómo le va la vida, lo grandes que están ya sus nietos, la situación laboral de sus hijas, y .... ahí sí que ya no te quedan palabras y te dejas llevar mientras las lágrimas te recorren completa sin que intentes detenerlas, resbalan por tu rostro marcando cada uno de esos años en los que, sentada en aquel lugar, te has dejado la piel intentando que aquello funcionara de una manera humana, con nombres y apellidos en lugar de con números abstractos. No lo hiciste tan mal, te dices, si esta voz del pasado está ahora mismo aquí conmigo.

.... Y, en estas he estado esta última semana, vocalizando el adiós, espero que comprendáis mi ausencia por vuestros muchos lugares y que no me lo tengáis en cuenta.

23 abr 2010

Un año más ...




Y ya he perdido la cuenta. Única fecha al año que intento celebrar. Primer año en muchos que consigo hacerlo como a mí me gusta: regalando un libro. Adquirido a última hora, casi sin pensarlo. Allí estaba yo, parapetada bajo la lluvia, y, a mi lado, ese título que mi plural tenía ganas de leer, y ..... bueno, el libro se vino conmigo, cómo no.

Es difícil verme en cualquier sitio sin un libro a mi vera, desde que era chiquita las historias escritas me han acompañado. Creo que todo empezó cuando mi abuela me relataba cuentos de su tierra, con aquella voz de terciopelo que sólo utilizaba para enamoriscar a sus nietos. Pasado el tiempo comprendí que había otra manera de llegar hasta la magia narrada cuando La Chaponina no estaba cerca y .... el flechazo fue absoluto, uno de esos amores que caminan con una para toda la vida. Primero fueron tebeos, luego aquellas novelas de amor que mi madre tenía guardadas en el baúl de los recuerdos y que consiguieron que ella aprendiera a leer, después las posesiones de aquel vecino que estaba encantado de que alguien mostrara interés por ellas, y, por último, el amplio mundo de las bibliotecas. Creo que leí de todo, a destiempo, seguramente a deshora, sin entender la mayoría de las veces la esencia de lo que leía, pero ... a cambio, el gusanillo de la lectura se convirtió en mi compañero.

No hay nada que me guste más que regalar un libro ya leído y manoseado, con las hojas cubiertas de mis huellas dactilares, con alguna pestaña, y, por qué no, con el recuerdo de alguna lágrima. Es el mejor regalo posible, para ofrecer y para recibir, la historia que alguien escribió con la intención de aquel que la ha leído y que se ha dejado apasionar por ella.

Cualquier día se puede regalar un libro, pero .... no sé, un día como hoy, parece que tiene otro sabor. Algún día tenía que ser como el resto del mundo y adoptar una fecha en el calendario para algo ....

Que ustedes lo lean bien, que lo disfruten y que logren que alguien lo disfrute a su lado.

21 abr 2010

Allí donde descansan los afectos


Con la edad ganamos en experiencia lo que perdemos en naturalidad, en intuición, en derrocharnos. El que no reconozca que se ha dejado la piel envuelta en los abrazos de mil amores de la infancia es que ha decidido prescindir de su memoria. Hemos querido y nos han querido, hemos tenido nuestra más mejor amiga, que decíamos de pequeñas, y, cómo no, nos han roto el corazón cientos de veces. El tiempo, después, ése que es tan esquivo, ha conseguido que, con las canas, todo aquello se haya ido olvidando para transformarse en un mínimo recuerdo que nos hace sonreír, muy de cuando en cuando.

Los afectos adultos son otra cosa, algo muy diferente. Estás porque tienes que estar, sientes cariño, preocupación, admiración, ternura .... pero todo es de otra manera. Ya no vas a sentir que te tiemblan las rondillas ante una puñalada trapera, no vas a dejar de dormir porque alguien te retiró el saludo, no vas a quedarte acongojado y suspirando semanas enteras ante el último agravio de la lista. Y, tampoco, porque ambas sensaciones van siempre unidas, te vas a volver a sentir tan unida a alguien, tan especial, tan única, como cuando de pequeña sabías que tenías un amigo. El amigo. Ese que sabías que te iba a respaldar, pasara lo que pasara, ese que se partía la vida si hacía falta por ti, ese que te comprendía con sólo guiñar un poco las pestañas.

De cuando en cuando una siente ganas de volver a aquel momento único y especial en el que sabía, perfectamente, donde descansaban los afectos.

18 abr 2010

Dos minutos ... y medio





Fin de semana extraño, de aquí para allá, casi sin nada premeditado. La lluvia que va y viene, conversaciones telefónicas que requieren toda la paciencia y más, dormir lo necesario para que la próxima semana no la empiece bostezando, ese ir contándose de a poquitos ahora que conozco el final.

El 30 de junio como una amenaza y una esperanza febril, unas risas con cañas e imaginarse de despedida de soltera con aquella a la que más quiero y con la nueva hermana que me regaló el destino, el contarse vomitándose entera pero sabiendo que nunca se cuenta una del todo, o, al menos, no ante ella, el periódico que no me ha dado tiempo a abrir, el paseo que no me he llegado a dar.

Y este pobre rincón aquí, muerto de hambre, reclamándome con mimos que le de algo de comer. Así, a la ligera, unas hormiguitas negras. Escasas pero sentidas, como todas las mías. Pronto hago un hueco. De verdad de la buena que sí.


1 abr 2010

Días



Van pasando, uno detrás de otro, imperturbables. Y ocurren cosas. Buenas, malas, regulares. Ilusiones que se caen, carreras por la ciudad para intentar eso tan imposible de estar en dos sitios a la vez, recibir palabras que uno no pensó nunca que llegaría a escuchar, mirar hacia arriba y que una voz infantil reclame tu presencia, verse sitiada por dos criaturas que quieren llamar tu atención a la vez, ejercitar de manicura con una mano mientras con la otra acaricias la pelusilla que empieza a asomar de una cabeza recién rasurada, equivocarse en dónde más duele y tener la entereza de reconocerlo, rehacer un cálculo y encontrarte con una agradable sorpresa, vislumbrar una sonrisa en aquel al que hace tanto tiempo que ya no reconoces y rememorar antiguas batallas libradas en esa época en la que sí sabías quién era, desear esconderse una temporada y saber que no puedes hacerlo, tomar decisiones que no sabes si son las correctas …..

La vida y sus cosas, que no dejan de ocurrir aunque estemos en esa famosa semana santa de pandereta, con olor a rancio, a alcanfor trasnochado, a canciones descafeinadas por el uso irreverente y machacón que se hace de ellas. Sentimientos que no puedes creerte por muchas lágrimas de cocodrilo que recorran esas caras humedecidas por la lluvia. Imposibilidad de salir a la calle si no deseas que te amarguen el paseo con esas correrías repletas de luto y miradas del pasado. Rostros famosos que aparecen en la televisión transidos de fe y religiosidad después de haber pagado una cantidad desorbitante por acodarse en ese balcón desde el que observan todo con sus ojos de rata ...

Lo que decía, la vida, que no cambia, ni ella ni yo. Aquí estamos, contemplando la realidad, peleándonos por las mismas cosas y recibiendo el mismo tufo que antes por aquello que siempre nos parecerá un exceso imposible de entender.

20 mar 2010

Juegaterapia.org


Os voy a presentar una iniciativa que acabo de descubrir. Nació de repente: alguien le da una Play a un niño enfermo y su sonrisa contagia ilusión. A partir de ese momento, diez personas se van contagiando y crean una fundación cuya idea original es fácil de entender: la quimio jugando se pasa volando. Recogen PLAYs, Nintendos, PSPs y juegos a través de los mails que les envían a la dirección de correo info@juegaterapia.or. Con su preciado tesoro ya en las manos, contactan con hospitales que disponen de zona de oncología infantil y allí que se van a donarlo con la única pretensión de lograr que el tiempo de espera y el que tienen que pasar durante las sesiones de quimioterapia se pase volando.
Y aquí es cuando aparecemos en escena los demás, todos los que deseemos y cuantos más mejor. Si te sobra una consola o un juego, ya sabes, hay a quien le puede provocar una sonrisa. La fundación es todavía un bebé, cuando haya crecido un poco y tengan organizado un espacio para la recogida de tesoros ampliarán el campo a juguetes, libros y demás ocurrencias maravillosas.

Cuentan con una página en facebook, juegaterapia.org, por si alguno desea pasearse por allí, enterarse de más cosas y dejarles algún mensajito de apoyo o una caja cargada de buen rollito, que nunca viene mal cuando uno decide prescindir de parte de su tiempo para entregárselo a los demás.

No puedo evitar hacerme eco de las buenas iniciativas, ya me conocéis. Mi pequeñísimo granito de arena lo dejo por aquí, pasar la pelota, los que podáis, tal vez, entre todos, consigamos millones de sonrisas.


Última hora: ¡¡¡JUEGATERAPIA ESTRENA OFICINAS!! Desde el día 23.03.2010, podrás encontrarlos en su sede de la calle Sagasta, nº 8. 1ª. 28004 - Madrid. Teléfono 91 102 06 15

17 mar 2010

He vuelto, he vuelto ....




Y no es que esté contenta, que conste, salvo por el hecho de que si estoy de nuevo aquí es que no ha pasado nada grave, que tal y como está el patio, ya es mucho decir.

Regreso cargadita de sol, con la sonrisa puesta y con la pila cargada para la recta final que se avecina. Por el camino dejo alguna comidita rica, varios aperitivos a la vera del mar con el sol calentándome las pestañas y alguna que otra situación almodovariana. Eso de ver un concurso televisivo en un bar, con todos los parroquianos intentando adivinar las palabras necesarias para llevarse un bote como si estuvieras tirada con la familia en el sofá de casa no tiene precio. Como menos aún lo tiene que el dueño del mismo bar abra para los amigos, el día en que descansa, por el solo hecho de disfrutar tranquilo del partido de fútbol (el único, al parecer) y te ofrezca acercarte, si te apetece. Y allí que nos fuimos (que menuda soy yo para eso), mi plural y yo, con el moco colgando después de recorrernos el paseo marítimo ida y vuelta para hacer tiempo. Y durante gran parte del encuentro fui la única fémina que se aposentaba en el local, yo, que ni me gusta el furgol famoso ni entiendo nada de ese deporte al que nunca me dejaron jugar, por eso de ser chica (mis tiempos eran otros tiempos, está claro). Y no canté los goles porque sólo hubo uno (digno de ser cantado, al menos, en aquel lugar) y me pilló pendiente del primer ron de la noche. Pero, el resto, lo disfruté completo, aunque sólo fuera porque hasta hace unos años no era chica de bares y no sabía moverme en ese medio. Cosas de la edad, supongo y de eso que llaman el madurar, que, visto lo visto, tampoco está tan mal.

Mañana toca el primer madrugón laboral, que esta vez llevaré mejor porque le siguen otros tres días de descanso. Y, mucho lío y mucha tristeza y mucho a joderse tocan, que es la recta final y seguro que intentan apurarme hasta la última leche materna que todavía me quede en el organismo. Pero, como también significa el inicio de una nueva época sabe de distinta manera.

Y ... esto es todo. Que ya estoy de nuevo por aquí, incordiando las buenas conciencias y dándole vueltas a lo mismo de siempre. O eso espero, al menos.


8 mar 2010

Me voy, me voy, me voy ....





Unos días, aquí al ladito, unos kilómetros apenas. Estoy preparando la maleta, la estoy llenado de ganas, de sonrisas, de libros, de ansía de respirar aires nuevos. Voy a meter los pies en el mar, aunque se me constipen las pestañas. Me voy a llenar de luz, de sal, de pecas en la piel, hasta que se me canse la mirada. Voy a madrugar sólo por recuperar la sensación de que mi tiempo es mío y nadie manda sobre él. Pasearé por la noche sin importarme que al día siguiente se me peguen las sábanas. Me olvidaré de teléfonos, de obras civiles, de gente absurda que no sabe reconocer un error y que es incapaz de aceptar los fallos ajenos. El calendario se detendrá por unos días y dejará de importar si estamos acercándonos a Abril o si todavía llegará Mayo ...

Unos días, solamente unos días, apenas unos días .....

22 feb 2010

Blogueros mayores


Mientras iniciaba mi semana laboral esta mañana me he dejado acompañar por la revista de El País Semanal, algo que suelo hacer todos los lunes. Al llegar al artículo de Maruja Torres se me ha quedado colgada una sonrisa y en cuanto he tenido oportunidad me he puesto a bucear en la historia que relataba. María Amelia López Soliño tuvo la suerte de tener un nieto estupendo que le regaló por su noventa y cinco cumpleaños un blog y este obsequio le cambió la vida: recibió el premio internacional BOBs, tras casi tres años de dedicación a ese mundo que hasta entonces había estado vedado para ella. Ahora, que ya no está, un grupo de gente de esa curiosa que se mueve por el mundo ha estado pensando cómo seguir con ese espíritu activo de María Amelia y se les ha ocurrido crear un grupo para recibir y canalizar cuantas iniciativas personales se nos ocurran.

Hace menos de un mes, alguien a quien conozco y quiero, ha decidido apuntarse a un curso de informática, justo ahora, que está en su tercera juventud. El teclado no lo tiene muy controlado todavía, el ratón se muestra un tanto esquivo, pero ... ahí está, con sus apuntes a cuestas intentado manejarse en ese mundo hasta ahora incomprensible para ella que, día a día, se le hará un poco más cercano. Al leer esta mañana ese artículo no he podido evitar sonreír al pensar que, tal vez, dentro de un tiempo, sin necesidad de que se lo regale nadie, mi jovencita pinturera se cree su propio blog para charlar con los demás de sus cosas: recetas de cocina, maquetas, sellos, política en general y despropósitos particulares ....

Si cada uno de nuestros mayores tuviera la posibilidad de acceder a este medio, seguro que todo nos iría mucho mejor. A ellos y a nosotros, a todos. Me gustan las buenas iniciativas, así que, por aquí os dejo todos los enlaces habidos y por haber. Por cierto, si conocéis a algún chiquilín bloguero no dejéis de informarle .... seguro que le plantaréis una sonrisa ladeá en la cara.

19 feb 2010

Viaje a los infiernos




No tenía nada mejor que hacer en esas dos horas, había dejado de llover, hacía mucho que no paseaba .... Mis pies tomaron la decisión por mí, empezaron a moverse sin que mi mente fuera consciente de ello. Las viejas calles, los antiguos soportales, el recorrido clásico que realicé durante años para llegar al instituto. Pese al tiempo transcurrido, nada había cambiado demasiado. Alguna valla que antes no estaba (el anhelo de seguridad empieza a notarse ya en todos los sitios), comercios con nombres distintos, algún pequeño jardín que antes no existía .... Nada importante.

De a poquitos fui sintiendo como penetraba en el pasado, escuchaba las risas, los comentarios burlones, mi piel revivía las antiguas sensaciones. Empecé a sentirme tan chiquita como entonces mientras notaba como mi cuerpo se erguía y adoptaba aquella postura tan característica de aquel entonces: frente alta, rictus en la boca, espalda recta y brazos preparados para golpear a cualquiera que se atreviera a rozarme. Cuando me percaté de dónde estaba, las puertas del instituto se cerraban ante mis ojos. Allí estaba, plantada, observando la nada a través de las rejas. ¿La nada? La sinrazón, más bien. El motivo de muchos azares posteriores, el origen de tantas inseguridades y miedos, el agujero negro que se llevó todas las sonrisas de aquella época.

Respiré hondo, miré alrededor y ... reanudé el paseo. Mis gestos se fueron relajando, dejé de sentir los brazos acartonados y volví a recuperar mi presente sonrisa. Les había vencido, a todos ellos; había vuelto, pese a todos ellos; tenía mi vida, quizás, gracias a ellos.

Un rincón maldito había desaparecido, por fin, de mi vida. Uno más, tendría que ir enfrentándome con el resto, aunque, eso sí, poco a poco.




13 feb 2010

Canguros y sonrisas


Con dos años y cuatro meses había llegado nuestra oportunidad: íbamos a pasar nuestra primera tarde a solas. La cosa empezó bien, nos encontramos en la calle, se puso de lo más contento, me enseñó los últimos poches que le habían regalado (gritando los nombres de los benefactores, con su lengua de trapo) y, cuando llegamos a la puerta de su casa, me agarró de la mano y me dijo aquello de pasa, pasa a la casa de mamá. Permitió que le quitara el abrigo y me llevó enseguida a ver todos sus juguetes, explicándome con detalle de dónde procedía cada uno, con algún ligero despiste porque los de los reyes de oriente venían de mamá y su hermana tuvo que llamarle al orden.


Cinco minutos después ya no estaba tan contento, al percatarse de que sus chicas se iban y él se quedaba conmigo la cosa empezó a no hacerle tanta gracia. Lloró, pataleó, negó que con la tía vero fuera a hacer ninguna cosa, y menos que ninguna, pis, y montó una de órdago en cuanto se cerró la puerta. Pero .... pasados unos segundos ya me tenía inflando globos, tirada en el suelo imitando la sirena de un coche de policía, organizando el tráfico del salón y jartá perdida de la risa ante sus comentarios.


En dos horas nos dió tiempo a casi todo, incluido un baile muy chusquero por mi parte, con imitación de Elvis Presley a lo Verónica. Vivimos el momento merienda, nos vimos a la pantera rosa, hablamos por teléfono con la abuela y le enseñamos nuestros problemas con el aparcamiento improvisado de vehículos que habíamos montado y, por fin, tuvimos nuestro instante baño, con búsqueda de lunares incluida.


Cuando sonó el timbre y aparecieron sus chicas, la criatura estaba de lo más tranquila, confesó que se había portado superbien y me acompañó hasta la puerta llenándome de besos y recomendándome, eso sí, que fuera buena. La madre, que antes de irse me había dicho como mil veces que podía llamarla al móvil en cualquier momento, que llegaba en un instante y que, además, me había enseñado dónde estaban los libros, las películas, los juguetes especiales para momentos de crisis y que se había ido con cierto susto pintado en la cara, no acabó de creerse que la casa estuviera en su sitio y que su hijo no diera muestras de haber pasado el peor momento de su vida.


De camino a casa me dió por pensar que, si las cosas venían mal dadas, podía ganarme la vida haciendo canguros .... No me haría rica pero iba a engordar con tanta sonrisa. Por cierto .... ¿alguien necesita una guardesa de niños con experiencia demostrable? Ofrezco referencias.




5 feb 2010

La llave


Nos empeñamos tanto en guardar los secretos que, a veces, después, no recordamos bien el cómo ni el cuando ni menos aún el por qué.


Aquella ocasión en la que nos sentimos tan avergonzados que la hemos archivado en lo más oculto de nuestro ser; ese funesto día en el que nos atrevimos a confesar quién éramos y, desde entonces, no hemos vuelto a acercarnos a esa parte de nuestro ser; esa velada atípica en la que se nos desató la lengua y, desde entonces, utilizamos mordazas cada vez que notamos que algo se empieza a aflojar en nuestro interior; aquel instante apenas en el que nos atrevimos a confesar, en voz alta, nuestro miedo más infantil; ese día en el trabajo en el que, bien alto y claro, gritamos que estábamos hasta los ovarios de aguantar gilipolleces varias ....


La vida se nos va en escondernos, de todos y de todo, no vaya a ser que alguien nos reconozca tal y como somos. Uno es quien es pero no siempre es políticamente correcto que los demás sean conocedores de ello. Nos camuflamos, nos escondemos, nos ponemos la máscara cada vez que salimos de casa, por si acaso, no vaya a ser que .... Y, así, un día cualquiera, al mirarnos al espejo, no nos reconocemos. Porque .... ¿quién se acuerda de dónde escondió la llave que abría la puerta de su verdad oculta?




31 ene 2010

En tonos grises


Enero se acaba, se lleva su frío, su lluvia, su nieve .... y nos deja veintiocho días por delante para que rematemos aquello que se nos quedó a medias. Ese libro con el que nos acostamos cada noche sin que termine de robarnos el sueño; esa película que, sin saber por qué, no terminamos de ir a ver; ese correo que llevamos días y días postergando sin razón aparente; esa tarde con palabras a medias y mermelada que no acaba de darse ...


Pensaba disfrutar de mis últimos días de vacaciones a lo largo de estos veintiocho que tenemos encima, pero ... ahora, no lo tengo claro del todo. Tal vez espere a los próximos treinta y uno, para cargar la pila frente a los treinta restantes ... Por otro lado, tengo tantas ganas de ver el mar, de relajarme, de olvidarme un poco de todo y de todos que no sé si aguantaré ....


Dudas y más dudas, a veces tengo la sensación de que soy una duda andante, así, en absoluto. Pensé que esto cambiaría con la edad pero veo que va de serie y no hay nada que hacer al respecto. Bueno, algo sí, acostumbrarse a vivir en la duda constante. No queda otra, me parece.

Fotografía: Antonio Fortes (ese, ese mismo, el que luego se queja de las fotos que elijo)


24 ene 2010

Si es lo que toca ....




Las semanas pasan cada vez más deprisa pese a que los días, contados uno a uno, se hacen insoportablemente lentos. Al menos, ha dejado de llover, el cielo se ha abierto y una mínima claridad envuelve este domingo.




Hoy tocan lentejas cumpleañeras, hace una semana fueron fabes devolución-renta, el próximo fin de semana tal vez estemos ante un cocido preaviso-de-despido ... Esto de mezclar comida con asuntos importantes debe ser muy nuestro porque repetimos bastante.




Antes de que me dé cuenta estaré de nuevo en la oficina, vocalizando mantras en silencio e intentando tomármelo todo con calma, con mucha calma. Cada día que pasa se hace un poco más difícil vivir la cotidianidad con el futuro asomando la nariz, pegadito a cada comentario, a cada movimiento de ratón, a cada decisión adoptada. No puedo evitar pensar que lo ideal sería poder teletransportarse a ese mañana que está tan cercano y al mismo tiempo tarda tanto en llegar. Abrir el grifo, dejar correr el agua y observar como los últimos veinte años de mi vida se escapan por el sumidero, lentamente, sin prisas, permitiéndome observar cada detalle, cada sonrisa y cada mosqueo inútil. Total ... ¿qué son veinte años analizados al milímetro? Nada, una gota de agua, un instante, una respiración entrecortada, un momento apenas que se va sin dar la lata ...




6 ene 2010

Naturalezas




Dicen que cuando uno pide muy poco se suele quedar con nada. Dicen que hay que solicitar en exceso para obtener algo de lo mucho que se desea. Dicen que primero hay que pensar en uno mismo sin esperar encontrar en otro lo que necesitas. Dicen, dicen, dicen...




Tal vez, con la edad, aprenda. Puede que cuando sea una ancianita, modifique mi forma de actuar, pensar y sentir al respecto. De momento, conservo esa mala educación recibida que me lleva a ofrecerme a manos llenas sin pensar si los demás entenderán o no el gesto. Es mi naturaleza, le dijo el escorpión a la rana, ¿no?




Lo único especial que para mí seguía teniendo este día antaño mágico era escuchar la voz de mi sobrina recién levantada, con la legaña puesta y con el grito brillante en la garganta. Sólo por eso merecía la pena soportar las famosas fiestas, los floripondios en cada esquina, la música navideña y demás fanfarrias de estos días. Este año no ha podido ser, otra cosa más que apuntar en el debe de la vida. Y conste que había comenzado el año con ganas, ¿eh?. Sois testigos de ello: pintando con colores los nuevos días. Pero ... es lo que hay, no vale la pena lamentarse por ello.




Me podría tirar de los pelos, pero, dada mi larga cabellera, acabaría estirando las pocas neuronas que me quedan, y, la verdad, los tiempos no están para eso. Mejor tragarse la bilis, de un sorbo, y esperar que el mañana nos ofrezca algo con lo que sonreír, como dice mi plural, tenemos amor de sobra (un poco de pastelazo, de cuando en cuando, no está mal), y comiditas ricas que degustar (las que hace él, claro, yo sólo entro en la cocina para fregotear).




A todo esto ..... ¿mañana ya es un día normal, no? Pues eso, que ustedes lo disfruten.