30 nov 2011

Antes de que finalice el año ...






Sí, sí, sí, me acabo de dar cuenta de que, de seguir con este ritmo, se termina el año y yo ni me despido ....

Desde que Elniño llegó a nuestra vida se me esfuman las horas sin sentirlas. Hace unos días empecé con los primeros estornudos alérgicos ante la proximidad de la nefasta navidad y esta mañana me he dado cuenta de que si no aprovecho este parón entre entregas de actividad del posgrado y el siguiente curso a iniciar, no me volvéis a ver el pelo hasta el año que viene. Así que, aquí estoy, para poneros al día de mis cuitas como madre sin experiencia y parada de larga duración (manda ovarios, visto lo que aconteció el 20-N creo que no salgo de esta ni con empujón de la niña del Rajoy).

Aquellas que conviven con un bebé desde su nacimiento, al ir pasando de etapa a etapa, no entenderán la locura que supone para alguien como yo encontrarse con un bichín de dos años en pleno momento de autoafirmación. Elniño ha decidido que es mayor, y, en consecuencia, él tiene que hacer todo solo. Y por todo debe entenderse absolutamente todo. Como tal cosa no es posible (no llega todavía ni al metro, por favor), vivimos en un constante berrinche, con saltitos satánicos incluidos, que, para qué voy a mentir, tiene de lo más contentos a vecinos y resto de conciudadanos con los que tenemos el gusto de tropezarnos por la calle. Por si tal situación no fuera ya de por sí interesante, hay que añadir que Elniño ha decidido que quiere tener a su mamá a su entera disposición, las veinticuatro horas del día (entiéndase incluidas las nocturnas). Vamos y venimos de un yo, mayor a un mamaaaaaaaaaaaaaaaá, instante vital que me tiene al borde de la esquizofrenia.

Elniño ha tenido, también, su primera invitación de cumpleaños, y, como ya he aclarado que no llega al metro y seguro que está penado dejarle acudir sólo a una fiesta, he tenido que superar mi terror escénico a las celebraciones sociales y hacer eso que hacen todas las madres: sonreír sin parar y alabar los progresos de nuestros retoños. La cosa podía haber acabado muy mal (gato suelto por la casa, primera ocasión en la que Elniño se acerca a uno y, por supuesto, desconoce la existencia de las garras), pero, tuvimos suerte: los anfitriones eran una pareja estupenda y la homenajeada una bendición. Elniño todavía sigue acordándose del nombre del felino y ambos progenitores hemos hablado de repetir experiencia, supongo que eso quiere decir que nos hemos comportado adecuadamente y que no necesitamos acudir a ningún cursillo especial de padres.

La escuela infantil consigue, día a día, que agradezca en voz baja la posibilidad de tener unas horas de independencia vital, sin niño adosado al lado. Es toda una lotería acercarte a recogerle por la tarde sin tener la más mínima idea de qué humor tendrá cuando llegues. Hasta el momento, toco madera, está contento, lleno de mocos, con una tos de caballo e hiperactivo al máximo, he comprobado que los demás niños que no llegan al metro salen en iguales condiciones y, por tanto, he decidido no preocuparme en exceso por ello. El resto de la tarde toca apechugar, jugar, leer cuentos (cuando recuerde quién nos regaló el de cositas del mar juro que le mato), ver a Pocoyó y cualquier corto de Pixar que recuerde en ese momento (el de One Man Band o, como él dice, la moneda, empieza a cargarme también después de haberlo visto ya como un millón de veces), y, cómo no, pasar por el momento baño, situación maravillosa que suele dejarme empapada, sudando e hiperventilando al comprobar que, un día más, nos hemos librado de que se parta la cabeza mientras salta desenfrenado en la bañera.

Para no alargarme en exceso, resumiré diciendo que estoy viviendo lo mismo que les acontece a todos los padres que tienen un hijo de dos años, y, cada segundo de cada día, lo agradezco. Dado mi ateísmo confeso, no sé a quién ni el por qué, pero, lo agradezco (si es inteligente el ser, ente o comunidad a los que deba darles las gracias ya se darán por aludidos, digo yo). Cada noche me despierto con la sensación de que alguien se lo ha llevado (sí, todavía no he superado esa etapa, al ver que no está a mi lado me angustio porque creo que ha desaparecido, aunque, ahora, por lo menos, ya no despierto a mi plural a pleno grito y tampoco me levanto para comprobar que está en la habitación de al lado) y cada mañana me brillan los ojos cuando le veo en su cuna, esperando inaugurar un nuevo día.

Pues eso que, si no vuelvo a aparecer por aquí antes, os dejo a todos un saco de besos para que empecéis el año siendo enormemente malos ......



16 sept 2011

De puntillas para no despertar a nadie



(...) Com t'ho podria dir
perquè em fos senzill, i et fos veritat (...)


Lluis Llach seguro que sabría, pero, qué le vamos a hacer, os vais a tener que conformar conmigo y mis hormiguitas negras.


Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que me paseé por aquí, mucho tiempo. Imagino que ya casi ninguno de los que teníais este rincón como lugar para repostar seguiréis atentos a mis cuitas, lo entiendo (a tí te dejo al margen, ya tú y yo sabemos). Pero, por si los acasos, por si alguien persiste, por si aparece alguien nuevo que cae en la tela de araña y decide quedarse a leer un poco, aquí dejo la explicación a tanto silencio.

En mi proyecto vital no aparecía escrito con mayúsculas eso de plantar un árbol ni, tampoco, aquello de escribir un libro, pero, lo de tener un hijo, por contra, aparecía en todas las páginas rotulado a sangre viva. Me puse a ello tarde (algún día deberíamos charlar sobre el tema de la maternidad y las complicaciones laborales y las necesidades vitales y el querer hacerlo todo y ... bueno, y esas cosillas), y, aunque probé todo lo probable e intenté todo lo que se podía intentar, la vida dijo no, y, basta. Mi plural y yo decidimos un día cualquiera de un año que ya no recuerdo que esa página no la íbamos a escribir y que tendríamos que conformarnos con el papel de tíos.

Superado el duelo y aceptado lo inevitable, una mañana cualquiera, cuando ya nos habíamos olvidado de cualquier posibilidad y vivíamos inmersos en nuestra pluralidad a secas, oímos hablar de algo a lo que no habíamos prestado atención nunca: el acogimiento familiar. Empezamos a indagar, nos informamos bien, nos planteamos todas las posibilidades (las reales y las imaginadas) y, una vez más, nos embarcamos en un viaje de futuro incierto, sabedores que el cansancio era mucho, la travesía amenazaba ser larga y el destino era un total desconocido. Mucho tiempo después, tras entrevistas, reuniones, cursos y mil papeleos, después de una llamada telefónica todo se disparó de repente y, apenas un par de semanas después llegó Elniño (te he plagiado la idea, siempre dije que era muy buena). Y, desde entonces, en nuestra vida plural sólo ha existido tiempo para él, han sido unas largas vacaciones en las que hemos aprendido a conocernos, a querernos, a respetarnos y a convivir.

Hoy Elniño está en la escuela infantil, inaugurando este nuevo curso que para él es tan distinto a los anteriores, mi plural está con las labores propias de su sexo y, ésta que teclea, incapaz de aguantar mucho más sin estar pendiente de esa sonrisa contagiosa, ha decidido dejar por aquí estas hormiguitas, para aquellos que estaban intrigados por tanta ausencia. Con mucho, estoy en mi mejor momento. Con mucho, mucho, estoy en mi época más feliz. Con sobremucho, aseguro que no paro de sonreír, incluso cuando estoy agotada, cuando no sé qué le pasa, cuando no quiere comer, cuando me dice mala porque le obligo a hacer algo que a él no le apetece en ese momento. Dicen quienes me conocen que me ha cambiado la cara, doy fe de que es cierto.

Sigo en paro, no tengo nada a la vista, el mundo se está rompiendo a trocitos, las personas me van defraudando por momentos, los cursos para parados son un asco, los posgrados a distancia deberían estar prohibidos por ley, la Sociedad Pública de Alquiler no deja de darme alegrías ......... Vamos, que todo lo que estaba sigue estando y lo sigo viviendo de la misma manera, pero .....

Pero tengo un bichejo en casa correteando, jugando, sonriendo, aprendiendo, y, eso, eso, lo cambia todo. Y, llegado a este punto tengo que decir que .... eso es todo lo que puedo contar. Cada día, a partir de hoy, se irá escribiendo por sí sólo.


(Si alguien se extraña de los indeterminados aclararé que son imprescindibles: Elniño se merece todo el anonimato. A lo largo de su corta vida ya ha sido visto, analizado, estudiado y modificado de medio demasiado. El tiempo que compartamos juntos -largo, seguro- gozará de eso que han disfrutado los demás: ser un niño normal  con derecho a su intimidad.) 

 


4 ene 2011

Demanda en situación de suspensión




Se puede empezar un nuevo año de muchas maneras, y, yo, este que ha comenzado hace cinco días, he decidido ser original: he dejado de estar parada sin estar trabajando. Porque yo lo valgo. Y, supongo, porque no tengo abuela.

¿Qué es eso de seguir engrosando las listas del paro? ¿Para qué malgastar el tiempo de todas esas buenas personas que derrochan su jornada laboral, día a día, intentando ayudar a aquellos que forman parte de la plantilla de esa gran empresa conocida como Paro, S.A.? ¿Por qué contribuir a que zapatitos (y cualquiera que venga detrás) se lleve un  disgusto cada mañana cuando le informan de cómo se va desarrollando la cola esa de parados a la que le da por juntarse, jornada tras jornada, haga frío o calor, frente a las puertas de las oficinas del Inem?

Nada de nada, yo, a mi aire.

Me he buscado un curso de esos que financia el Inem, y, para molestar lo menos posible, además, lo he hecho yo solita, no se vayan a estresar esos señores que cobran un sueldo todos los meses teniendo que pensar un poco en mí. Tuve que bucear por Internet, enviar un montón de documentación, pasar por una entrevista en la que me llamaron mayor y me dijeron que no me podían buscar trabajo porque no cumplía el perfil, pero, tras agachar las orejas e insistir, me concedieron el bendito curso. Uno largo, doscientas cincuenta horas, de ocho a doce de la mañana, para hacerme la ilusión de que madrugo como si siguiera trabajando. El primer día me dieron unos cuantos folios y un bolígrafo, el manual no, eran más de tres mil folios y no hay dinero para tanto: cada uno se ha buscado la vida como ha podido. Una medida más para ayudarnos a derrochar nuestra imaginación y salir de esta situación tan poco amable en la que hemos caído, no hay más, por no saber agarrarnos con los dientes a la realidad actual, como hacen los demás.

Siguiendo con mi afán de colaboración, el día que me tocaba renovar la Darde, decidí hacerlo por Internet, para no molestar, una vez más, a esos benditos sujetos que tanto y tan bien nos ayudan. Y entonces, y sólo entonces, recibí la ansiada noticia: mi demanda está en situación de suspensión, es una demanda sin intermediación. ¡Lo conseguí! A todos los efectos, no cuento como parada. Los empleados del gran Inem a los que he pagado y pago con mis impuestos (el hecho de estar parado no te libra de tener que justificar las cuentas anuales con Hacienda) ya no se tienen que preocupar de mi, no van a realizar ninguna labor de intermediación conmigo hasta ..... Mayo (el curso termina el diez de Marzo pero ...¡qué más da!, les concedo dos meses largos de prórroga). En el supuesto caso de que apareciera un trabajo ideal para mi, no me informarán de ello, porque, claro, estoy haciendo un curso y ya he conseguido bastante. Si deseo un orientador laboral no puedo acceder a él, porque .... eso, ya he logrado mi objetivo: me estoy formando.

¿Habeis escuchado que el paro ha bajado en el último mes del año que acabamos de terminar? Pues, ya sabeis, dadnos las gracias: a mí y a todos los graciosos ciudadanos que, como yo, hemos optado por no engrosar esas cifras que impiden desayunar a las cabezas pensantes de este maravilloso país cada mañana matriculándonos en un curso. ¡Que nos estamos formando, oiga!

En fin .... ¡vivir para ver! Y ... lo que nos queda, si esto sigue así.