Tenía que llegar este momento y, he de reconocerlo, le teníamos pavor. En un par de ocasiones, por dermatitis varias, habíamos probado la maravilla de "Elniño sin pañal" y tuvimos la extraña sensación de haber acogido un perrillo chico en casa: cada diez minutos se hacía pis encima y lloraba porque había agua (a la criatura se le ha dado siempre muy bien eso de echar balones fuera).
Es uno de los más pequeños de su clase, y, poco a poco, los demás fueron dejando ese apósito. Así que, por lógica, llegó un día en el que escuchamos aquello de yo no teno calzoncillos y, un poquito después, ya de manera más rotunda, lo otro de yo no tero panal. Un fin de semana de estos, aprovechando la mejoría del tiempo, nos pusimos el mundo por montera y .... fuera pañal. Y, él, tan contento, con sus calzoncillos naranjas (si, si, si, ya llegó con este color como preferido, a nosotros, que nos registren) y, aunque no lo pedía, pues eso, se dejaba hacer. Y venga a festejar, y venga a dar palmas, y venga a decir lo mayor que es ... (un máster, señores, talmente, si alguien necesita información al respecto, que no se corte y pregunte).
El caso es que todo iba más o menos bien hasta que .... hasta que iba al cole. Elniño es como es y toma sus propias decisiones. En la situación que nos ocupa tenía clara una cosa: no iba a hacer pis en el cole nunca. Aseguro que utilizó ese término: nunca. Decir que nos pusimos a temblar es poco, yo creo que empalidecimos. Las charlas, las amenazas, las coacciones, las sesiones de hipnosis (entiéndaseme la broma, por favor) .... Nada servía, no quería y no quería. Hasta que ..... hasta que descubrimos dónde residía el problema: en el cole le ponían a hacer pis en el orinal y, claro, Elniño, que ya es mayor, lo que quería es ir al baño él solito. Aclarado el problema, la solución funcionó y ... salvo leves escapes producto de la tensión del juego en el patio (qué queremos, mantener el control del coche de bomberos es fundamental), todo marcha bien. Tan bien, que, la verdad, no nos lo creemos.
Ahora, que los pantalones que hasta ayer le servían le vuelven a quedar grandes dada la falta de envoltorio, es un lujo verle levantar los brazos gritando goooooooooooooollllllllllll, escucharle decir eso de España, ra ra ra y, claro está, aquello de yo soy epanol epanol epanol. ¿Alguien tenía alguna duda al respecto? Lo mejor es cuando le dices que todos los demás también somos españoles: se muere de la risa. Porque, claro, la verdadera pregunta es: ¿qué piensa Elniño que es ser español? Yo, ahí la dejo, me tiene de lo más preocupada la cuestión, la verdad sea dicha.