4 ene 2011

Demanda en situación de suspensión




Se puede empezar un nuevo año de muchas maneras, y, yo, este que ha comenzado hace cinco días, he decidido ser original: he dejado de estar parada sin estar trabajando. Porque yo lo valgo. Y, supongo, porque no tengo abuela.

¿Qué es eso de seguir engrosando las listas del paro? ¿Para qué malgastar el tiempo de todas esas buenas personas que derrochan su jornada laboral, día a día, intentando ayudar a aquellos que forman parte de la plantilla de esa gran empresa conocida como Paro, S.A.? ¿Por qué contribuir a que zapatitos (y cualquiera que venga detrás) se lleve un  disgusto cada mañana cuando le informan de cómo se va desarrollando la cola esa de parados a la que le da por juntarse, jornada tras jornada, haga frío o calor, frente a las puertas de las oficinas del Inem?

Nada de nada, yo, a mi aire.

Me he buscado un curso de esos que financia el Inem, y, para molestar lo menos posible, además, lo he hecho yo solita, no se vayan a estresar esos señores que cobran un sueldo todos los meses teniendo que pensar un poco en mí. Tuve que bucear por Internet, enviar un montón de documentación, pasar por una entrevista en la que me llamaron mayor y me dijeron que no me podían buscar trabajo porque no cumplía el perfil, pero, tras agachar las orejas e insistir, me concedieron el bendito curso. Uno largo, doscientas cincuenta horas, de ocho a doce de la mañana, para hacerme la ilusión de que madrugo como si siguiera trabajando. El primer día me dieron unos cuantos folios y un bolígrafo, el manual no, eran más de tres mil folios y no hay dinero para tanto: cada uno se ha buscado la vida como ha podido. Una medida más para ayudarnos a derrochar nuestra imaginación y salir de esta situación tan poco amable en la que hemos caído, no hay más, por no saber agarrarnos con los dientes a la realidad actual, como hacen los demás.

Siguiendo con mi afán de colaboración, el día que me tocaba renovar la Darde, decidí hacerlo por Internet, para no molestar, una vez más, a esos benditos sujetos que tanto y tan bien nos ayudan. Y entonces, y sólo entonces, recibí la ansiada noticia: mi demanda está en situación de suspensión, es una demanda sin intermediación. ¡Lo conseguí! A todos los efectos, no cuento como parada. Los empleados del gran Inem a los que he pagado y pago con mis impuestos (el hecho de estar parado no te libra de tener que justificar las cuentas anuales con Hacienda) ya no se tienen que preocupar de mi, no van a realizar ninguna labor de intermediación conmigo hasta ..... Mayo (el curso termina el diez de Marzo pero ...¡qué más da!, les concedo dos meses largos de prórroga). En el supuesto caso de que apareciera un trabajo ideal para mi, no me informarán de ello, porque, claro, estoy haciendo un curso y ya he conseguido bastante. Si deseo un orientador laboral no puedo acceder a él, porque .... eso, ya he logrado mi objetivo: me estoy formando.

¿Habeis escuchado que el paro ha bajado en el último mes del año que acabamos de terminar? Pues, ya sabeis, dadnos las gracias: a mí y a todos los graciosos ciudadanos que, como yo, hemos optado por no engrosar esas cifras que impiden desayunar a las cabezas pensantes de este maravilloso país cada mañana matriculándonos en un curso. ¡Que nos estamos formando, oiga!

En fin .... ¡vivir para ver! Y ... lo que nos queda, si esto sigue así.